Querido Gabriel
A ti te debo el amor a la lectura, te debo mis pocas noches de insomnio por devorándome tus libros, te debo el cólera que me ataco una tarde de verano siendo una adolescente, el amor a Macondo , la presencia de Aureliano y el Coronel olvidado. Por ti me enteré de una muerte que era anunciada. Te debo las tardes húmedas, esas siestas en el pueblo con la ropa tendida, movida por el viento y aquel olor a la guayaba. Por esas deudas te pido que no te vayas aun, que el pago que te doy, que se que no es mucho, es esta misiva, todo lo que he escrito y escribiré. Gabriel aun tienes mas historias que contarme…… tienes que vivir para contarla.